jueves, 17 de febrero de 2011

Lavadero de coches

17 Febrero 2011
LEA: Isaías 43:1-13
Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo. —Isaías 43:2
Biblia en un año:
Levítico 21–22
Mateo 28
 
Jamás olvidaré mi primera experiencia en un lavadero automático de automóviles. Mientras me acercaba con temor, como si fuera al dentista, puse el dinero en la ranura, nerviosamente revisé las ventanillas una y otra vez, moví el coche con cuidado hasta la línea, y esperé. Fuerzas más allá de mi control comenzaron a mover el auto, como si estuviera sobre una cinta transportadora. Ahí estaba yo, encajonada en el vehículo, cuando un atronador chorro de agua, jabón y cepillos comenzaron a salir de todos lados. ¿Qué pasaría si quedo atrapada aquí o el agua entra de golpe?, pensé de modo irracional. De repente, el agua se detuvo. Después de un secado de aire a presión, el coche fue nuevamente impulsado, limpio y brillante, hacia el mundo exterior.
En medio de todo eso, recordé épocas tormentosas en mi vida en que parecía estar en una cinta transportadora, víctima de fuerzas más allá de mi control. Ahora las llamo: «Experiencias de lavadero de coche». Me acordé de que, al atravesar aguas profundas, mi Redentor había estado siempre conmigo, protegiéndome de la marea creciente (Isaías 43:2). Cuando salía por el otro lado, lo cual siempre sucedió, podía decir con gozo y confianza: «¡Dios es fiel!»
¿Estás en medio de una experiencia de lavadero de coche? Confía en que el Señor te llevará hasta el otro lado. Entonces, serás un testimonio resplandeciente de Su poder protector.
Un túnel de prueba puede generar un testimonio brillante.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Detectar toxinas

16 Febrero 2011

Marvin Williams

LEA: Gálatas 1:3-10
Hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. —Gálatas 1:7
Las ciudades de San Francisco y Nueva York usan peces de agallas azules para verificar la presencia de toxinas en el suministro de agua, ya que este podría ser el blanco de un ataque terrorista. Colocan una pequeña cantidad de estos peces en un tanque, en el fondo de algunas plantas potabilizadoras, porque son sensibles a los desequilibrios químicos del medio ambiente. Cuando hay una alteración en el agua, los peces reaccionan y contraatacan.
Tal como estos peces de agallas azules, Pablo quería que los gálatas se cuidaran de cualquier alteración tóxica en el «evangelio verdadero» que se estaba predicando y que reaccionaran contra ello. La toxina se refería al falso principio de que Dios aceptaba a las personas y las consideraba justas en base a la obediencia a una serie de reglamentos (en especial, la circuncisión y las leyes alimenticias). En resumen, aparte de la fe en Jesús, era necesario obedecer la ley. Esta falsa doctrina era una alteración tóxica de la verdad, y a los gálatas se les dijo que reaccionaran enérgicamente en contra de eso. Pablo dijo que cualquiera que predicara un evangelio que no se basara en la gracia por medio de la fe en Cristo sería anatema (maldito) (Gálatas 1:8-9).
Estudiemos fielmente las Escrituras para poder detectar las toxinas de la enseñanza falsa y proclamar la verdad de la maravillosa salvación que Dios da por medio de la fe en Jesús.
Si conoces la verdad, puedes reconocer lo falso.

martes, 15 de febrero de 2011

Definición de fracaso

15 Febrero 2011

Dennis Fisher


LEA: Hebreos 11:24-34
Que por fe […] sacaron fuerzas de debilidad. —Hebreos 11:33-34
Durante la Gran Depresión, muchas personas en los Estados Unidos vivían en barrios con viviendas hechas de chapa, lonas y mantas. Estas casas decrépitas, conocidas como Hoovervilles [villas de Hoover], albergaban a los que habían sido desalojados de sus hogares. Muchos culparon al presidente Herbert Hoover por la tragedia económica.
Irónicamente, la supuesta ineficiencia de Hoover como líder contrastaba por completo con su historial previo. Antes de esto, su experiencia en ingeniería geológica dio lugar a exitosos proyectos mineros en Australia y China. También encabezó con eficacia emprendimientos humanitarios. Pero, cuando el mercado de valores se desmoronó, en octubre de 1929, el presidente Hoover atravesaba circunstancias más allá de su control. De todos modos, siempre se lo vincularía con la depresión económica de la década de 1930.
Ahora bien, un fiasco importante no significa que toda la vida de una persona sea un fracaso. ¿Qué sucedería si sólo recordáramos a Abraham como mentiroso (Génesis 12:10-20), a Moisés desobedeciendo a Dios (Números 20:1-13) o a David como asesino (2 Samuel 11)? A pesar de sus pecados, estos hombres son recordados por su fe perseverante: «Que por fe […] sacaron fuerzas de debilidad» (Hebreos 11:33-34).
Nuestra vida no es un fracaso si nos hemos arrepentido de nuestros pecados. Dios aún puede utilizarnos en Su obra.
El éxito suele surgir de las cenizas del fracaso.

lunes, 14 de febrero de 2011

Hacer amigos

14 Febrero 2011

David C. McCasland


LEA: Juan 15:9-17
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. —Juan 15:14
La página web de la red social Facebook se lanzó en 2004 como un medio para que los estudiantes de nivel terciario se comunicaran unos con otros por Internet. Ahora está disponible para personas de todas las edades, y, actualmente, se estima que tiene unos 400 millones de usuarios. Cada uno de ellos posee una página exclusiva con fotos y detalles personales, que pueden ser vistos por «amigos». Hacerse «amigo» de una persona significa abrirle la puerta para comunicarse y brindar información acerca de quién eres, adónde vas y qué haces. Las amistades en Facebook pueden ser ocasionales o profundas, pero todas ellas son «solo por invitación».
Justo antes de que Jesús fuera crucificado, dijo a Sus discípulos: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer» (Juan 15:14-15).
La generosidad, la unidad de propósito y la confianza plena son distintivos de una amistad verdadera; especialmente, en nuestra relación con el Señor. Jesús tomó la iniciativa al dar Su vida por nosotros e invitarnos a conocerlo y a seguirlo.
¿Hemos aceptado la invitación del Señor Jesús para ser Sus amigos al abrir nuestro corazón sin guardarnos nada?
Jesús anhela ser nuestro amigo.

jueves, 10 de febrero de 2011

Rico para Dios

10 Febrero 2011

David H. Roper

LEA: Lucas 12:13-21
Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. —Lucas 12:34
Observo las fluctuaciones del mercado de valores y reflexiono acerca de los efectos del miedo y de la codicia. Un personaje de una película de los años 80 tenía esta filosofía: «La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena. ¡La codicia está bien! ¡La codicia funciona! […] ¡La codicia salva[rá …] a nuestro país!» ¡Qué concepto tan equivocado!
Pienso en aquella ocasión en que un hombre le pidió a Jesús que ejerciera de juez e hiciera que su hermano compartiera con él su herencia. El Señor rechazó su pedido, pero luego hizo por ese hombre algo mucho mejor. Señaló el motivo que estaba detrás de lo que pedía y las consecuencias que produciría: «Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lucas 12:15).
Después relató la parábola sobre un hombre que había logrado una cosecha extraordinaria y que comenzó a planificar cómo incrementar sus riquezas y disfrutar de ellas. Concluyó, diciendo: «Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios» (vv. 20-21).
El problema con la codicia es que, a la larga, nuestros bienes se van. Pero lo que es aun peor… nosotros también nos vamos. Es mejor almacenar tesoros en el cielo, invertir en riquezas espirituales y hacernos «ricos para con Dios».
Nuestra verdadera riqueza es lo que invertimos para la eternidad.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Incidentes divinos

9 Febrero 2011

Incidentes divinos

Philip Yancey
LEA: Hebreos 11:1-10
… sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. —Filipenses 4:6
En el curso normal de la providencia, Dios obra en y a través de la naturaleza, no a pesar de ella. Por esta razón, es difícil comprobar con certeza algunas respuestas de oración.
«Sólo la fe certifica la conexión», escribe C. S. Lewis. «Ninguna prueba empírica podría establecerla». Creemos que una oración ha sido contestada porque tenemos fe, no porque hayamos aplicado algún criterio científico para demostrarlo.
La mayoría de las formas en que nos encontramos con Dios (la naturaleza, la Biblia, la Santa Cena, la iglesia, otras personas, etc.) incluyen cosas que podemos palpar. Sin embargo, la condición divina corresponde al reino espiritual. La oración refleja esta diferencia entre nosotros.
Aunque le pidamos al Señor que intervenga directamente, no debería sorprendernos si lo hace de un modo más sutil y vinculado a nuestras decisiones. Un alcohólico ora, diciendo: «Señor, ayúdame a no beber hoy». Es probable que la respuesta a esta oración se genere en el interior de la persona, producto de una decisión firme o de un profundo pedido de ayuda a un amigo, más que como resultado de algún milagro, como podría ser que las botellas de licor desaparecieran mágicamente de un armario.
Sea que Dios intervenga de manera sobrenatural o que nos dé el poder para obedecerle, nosotros confiamos en Su carácter. Vemos una verdadera asociación, íntima y entrelazada.
Un punto importante de la oración es estar dispuesto a ser parte de la respuesta.

martes, 8 de febrero de 2011

Elogio de la lentitud

8 Febrero 2011

Elogio de la lentitud

Julie Ackerman Link
LEA: 2 Pedro 3:1-9
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza. —2 Pedro 3:9

Si hubiera un concurso para determinar cuál es la virtud más popular, sospecho que «rápido» derrotaría a «mejor». Muchas partes del mundo parecen estar obsesionadas con la velocidad. Sin embargo, la locura de lo «rápido» nos está conduciendo rápidamente a ninguna parte.
«Ha llegado la hora de poner un freno a nuestra obsesión de hacer todo con más rapidez», dice Carl Honoré en su libro Elogio de la lentitud. «La velocidad no es siempre la mejor política».
Según la Biblia, tiene razón. Pedro advirtió que, en los últimos días, la gente dudaría de Dios porque parece lento («retarda») en cumplir Su promesa de regresar. No obstante, también señaló que Su aparente lentitud es algo bueno. En realidad, el Señor está demostrando Su paciencia al dar más tiempo para que la gente se arrepienta (2 Pedro 3:9), y también al ser coherente con Su carácter, que es paciente o tardo para la ira (Éxodo 34:6).
Nosotros también debemos ser lentos para enojarnos y para hablar (Santiago 1:19). Según Santiago, la «prontitud» está reservada para nuestros oídos. Se supone que debemos ser rápidos para escuchar. Piensa cuántos problemas podríamos evitarnos si aprendiéramos a escuchar (escuchar en serio, no sólo parar de hablar) antes de decir algo.
En nuestro apuro por alcanzar las metas y cumplir con los plazos, acordémonos de acelerar los oídos y desacelerar el carácter y la lengua.
Cuando estés a punto de perder la paciencia con alguien, recuerda lo paciente que ha sido Dios contigo.

domingo, 6 de febrero de 2011

Distraído

7 Febrero 2011

Distraído

Dave Branon
LEA: Lucas 10:38-41
Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres. —Lucas 10:40

La universidad donde enseño como profesor adjunto provee computadoras portátiles a los alumnos. Aunque esto puede generar muchas ventajas para los estudiantes, he descubierto una forma en que obstaculiza su aprendizaje: estos ordenadores portátiles pueden convertirse en una distracción durante la clase.
Como ellos toman notas en dichas máquinas, las tienen abiertas sobre sus pupitres durante la lección. El problema es que les resulta más interesante escribir a los amigos, visitar Facebook o buscar cosas en Internet que mis clases.
Una computadora portátil pierde efectividad en un entorno de aprendizaje si se convierte en una distracción, aun cuando lo que hagan los alumnos sea algo positivo.
Las cosas buenas pueden hacer lo mismo. Cosas que son positivas pueden distraer nuestra atención de aquello en lo que deberíamos estar concentrados. A Marta le sucedió algo así. Lucas 10:40 dice que ella «se preocupaba con muchos quehaceres», lo cual impedía que pasara tiempo con Jesús. Asimismo, un buen pasatiempo puede ser valioso, pero si te distrae y te aleja de tus responsabilidades familiares o de tu relación con Dios, es necesario modificar algunas cosas.
¿Hay aspectos buenos de la vida que te están distrayendo de lo que deberían ser tus prioridades principales? Regresa, como Jesús le dijo a Marta, a esa única cosa que «es necesaria».
Fuimos creados para glorificar a Dios.

La caminata de Charlie

6 Febrero 2011

La caminata de Charlie

Dennis Fisher
LEA: Génesis 5:21-32
Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. —Génesis 5:24

El documental A la sombra de la luna incluye la historia de Charlie Duke, uno de los astronautas de la Apolo 16 que se posó en la luna en 1972. Mientras la nave principal giraba alrededor del satélite, Duke y otro astronauta posaron el módulo lunar Orión sobre la superficie del astro. Después de realizar experimentos durante tres días y de recolectar rocas, la tripulación de la Apolo 16 regresó a salvo a la tierra.
Más tarde, Charlie experimentó una transformación espiritual. Dijo que comenzó cuando un amigo suyo lo invitó a un estudio bíblico. Después de la reunión, Charlie oró a Cristo, diciendo: «Te entrego mi vida y, si realmente existes, entra en mí ahora». Entonces, experimentó una paz indescriptible. Fue algo tan profundo que comenzó a contar su historia a otras personas. Les decía: «Mi caminata sobre la luna duró tres días y fue una gran aventura, pero mi caminar con Dios dura para siempre».
La Biblia nos relata acerca de otro hombre que caminó con Dios. «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (Génesis 5:24). Su andar espiritual con el Señor fue tan íntimo que Él lo llevó directamente a la eternidad (ver Hebreos 11:5).
Podemos aprender una lección de Charlie y de Enoc: Para los creyentes, cualquiera que sea el lugar adonde nos conduzca el viaje, ¡nuestra caminata con Dios perdurará para siempre!
Mantén las metas eternas en vista caminando diariamente bajo la luz divina.

sábado, 5 de febrero de 2011

Como un árbol

5 Febrero 2011

Como un árbol

David H. Roper
LEA: Efesios 4:11-16
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas. —Salmo 1:3
Biblia en un año:
Éxodo 36–38
Mateo 23:1-22
En la quietud de mis últimos años, planeo observar cómo crece un árbol, un abedul que planté hace más de 30 años, cuando era apenas un arbolito. Ahora se eleva en todo el esplendor de la madurez, frente al ventanal de nuestra casa, bello en todas las estaciones del año.
Así sucede con nuestros emprendimientos espirituales: Tal vez hayamos plantado, regado y cuidado en exceso nuestros «arbolitos» (aquellos a quienes hemos guiado) por un tiempo, pero sólo Dios puede hacer de ellos un «árbol».
En ocasiones, tengo noticias de personas a las cuales serví hace años y me deleito al saber que han madurado y han sido poderosamente utilizadas por Dios, sin ninguna ayuda de mi parte. Esto es un sabio recordatorio de que yo planto y riego durante un tiempo, y ayudo a otros a crecer «en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (Efesios 4:15), pero que sólo Dios «da el crecimiento» (1 Corintios 3:6-7).
El teólogo alemán Helmut Thielicke escribe: «El hombre que no sabe cómo soltar las riendas, que desconoce el gozarse con confianza y sosiego en Aquel que lleva a cabo Sus propósitos sin nuestra participación (o también mediante o a pesar de nosotros), en Aquel que hace crecer los árboles […] ese hombre, en su vejez, no se convertirá en otra cosa que en una criatura miserable».
Así que, a mi edad, quizá todavía me ocupe de uno o dos arbolitos, pero, normalmente, los dejo y los veo crecer.
Los que siguen a Cristo pueden ayudar a otros a seguirlo también.

viernes, 4 de febrero de 2011

Cuestión de valores

4 Febrero 2011

Cuestión de valores

Bill Crowder
LEA: Colosenses 3:1-11
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. —Colosenses 3:2
En un viaje a Chicago, vi un cartel con un anuncio sobre un seminario de administración de empresas. El mensaje era intrigante: «El valor del líder es directamente proporcional a sus valores». La veracidad de esa afirmación me impactó. Lo que valoramos moldea nuestro carácter y, a la larga, definirá cómo será nuestro liderazgo o si podremos realmente ejercerlo. Sin embargo, esto no se aplica sólo a los líderes empresariales.
Para el seguidor de Cristo, los valores son aún más importantes. Cuando Pablo les escribió a los creyentes de Colosas, dijo: 
«Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 2:3). La idea es que sólo cuando permitamos que nuestros valores sean motivados y moldeados por lo eterno (no lo temporal), seremos embajadores eficaces de Cristo en el mundo. Si comprendemos que somos peregrinos en este mundo, no turistas, podremos mantener una perspectiva clara y un corazón sin distracciones, y serviremos al Señor de manera más eficiente.
Se ha dicho que vivimos en un mundo que sabe el precio de todo, pero el valor de nada. No obstante, en esta sociedad del «aquí y ahora», los seguidores de Cristo somos llamados a desarrollar nuestros valores en función de lo que dura para siempre. Dicho de otro modo: La eficacia de un creyente es directamente proporcional a sus valores.
Aferrémonos mucho a lo eterno, pero poco a lo temporal.

jueves, 3 de febrero de 2011

Qué haré?

3 Febrero 2011

¿Qué haré?

David C. McCasland
LEA: Santiago 1:21-25
Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. —Santiago 1:22

Biblia en un año:
Éxodo 31–33
Mateo 22:1-22
Un hombre que ha sido mi maestro durante años suele decir que su meta al estudiar la Biblia es siempre la aplicación personal. Valoro su énfasis en poner el aprendizaje en práctica porque, para quienes estudiamos, discutimos, enseñamos y escribimos acerca de las Escrituras, es sumamente fácil abordar la Palabra desde una perspectiva meramente intelectual.
Oswald Chambers dijo: «Los hijos de Dios corren el riesgo de familiarizarse demasiado con las cosas sublimes. Hablamos demasiado sobre estas realidades maravillosas, pero olvidamos que debemos exhibirlas en nuestras vidas. Es peligrosamente posible confundir la exposición de la verdad con la verdad en sí; dejarnos llevar por la idea de que, como somos capaces de exponer estas cosas, también son una realidad en nuestras vidas».
Santiago nos recuerda que la persona «que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace» (1:25). El tema clave no es lo que se predica o se escribe, sino lo que se hace.
Cuando estudio la Palabra de Dios, mi primera pregunta no debe ser «¿qué voy a decir sobre esto?», sino «¿qué voy a hacer en cuanto a esto?».
Avanzar un paso en la obediencia equivale a años de estudio del tema. —Chambers

miércoles, 2 de febrero de 2011

2 Febrero 2011

Hora de cambiar

Joe Stowell


LEA: Lucas 7:37-49
Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. —Lucas 7:39
Una vez, un amigo mío me dijo: «En todos estos años, he visto cambiar muchas cosas, ¡y siempre estuve en contra de los cambios!». Quizá exageró un poco, pero muchos coincidiríamos en que los cambios no nos gustan; en especial, si se trata de modificar nuestros hábitos y actitudes.
Esta era una de las razones por las que los fariseos criticaban tanto a Jesús. Él cuestionaba el tradicional sistema de las buenas obras y las pretensiones de superioridad moral. Observa el incidente de Lucas 7, donde la «pecadora» del pueblo entró en la casa del «santo». Al fariseo Simón no le impresionó la generosa demostración de afecto de la mujer hacia Jesús. Al leer los pensamientos de superioridad de Simón, el Señor de inmediato cuestionó el concepto erróneo del fariseo sobre su propia bondad; entonces, relató la historia de dos deudores: uno que le debía mucho al amo y otro que le debía menos. «¿Cuál de ellos le amará más?», preguntó Jesús (v. 42). Evidentemente, aquel a quien se le había perdonado más. Refiriéndose a la actitud estoy-muy-contento-conmigo-mismo de Simón, el Señor dijo: «Aquel a quien se le perdona poco, poco ama» (v. 47).
La cuestión es clara: Adormecidos por la idea de cuán buenos somos, nuestro amor a Jesús disminuye porque olvidamos que también estamos entre aquellos cuyos «muchos pecados le son perdonados». Y cuando esto suceda, estemos listos o no, ¡es hora de cambiar!
Cuando Dios comienza a cambiar cosas, por lo general, empieza con nosotros.

martes, 1 de febrero de 2011

1 Febrero 2011

La palabra escrita

Bill Crowder

LEA: Romanos 15:4-13
… se escribieron antes, […] a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. —Romanos 15:4
Biblia en un año:
Éxodo 27–28
Mateo 21:1-22
En enero, ESPN emitió un documental interesante sobre Peyton Manning, el quarterback de los Colts de Indianápolis, que acababa de ser nombrado el jugador más valioso de la NFL (Liga de Fútbol Americano). Pero el programa no era sobre fútbol, sino que explicaba que, durante años, cuando ciertos jugadores que Manning admiraba se retiraban de la NFL, les enviaba una nota manuscrita para felicitarlos por sus carreras y talento.
Todos los entrevistados, receptores de esas notas, agradecían profundamente que uno de los deportistas más grandiosos de todos los tiempos hiciera eso. Fue un notable recordatorio del poder de la palabra escrita.
Mientras que una nota escrita de un atleta respetado como Peyton Manning es muy valiosa, no hay palabras humanas que puedan compararse con la Palabra escrita que Dios nos dejó en las Escrituras. Pablo escribió: «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15:4). La sabiduría bíblica, que transforma vidas, tiene un mensaje personal que nos dice lo que Dios desea que seamos y lo que Él anhela ser para nosotros. Nos ha dado Su Palabra escrita para que «tengamos esperanza» al enfrentar las circunstancias de la vida. Con gratitud, leamos el mensaje escrito de Dios… y veamos cómo nos cambia la vida.
Dios habla con Su Palabra a aquellos que escuchan con el corazón.