martes, 18 de enero de 2011

                                                                        18 Enero 2011

Es asunto mío

Marvin Williams
LEA: Levítico 19:11-18
No te vengarás, ni guardarás rencor […], sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. —Levítico 19:18
En 1955, cuando el sur de los Estados Unidos seguía sumamente segregado, Emmett Till, un joven negro de Chicago, fue a visitar a sus parientes en Mississippi. Después de «atreverse» a hablar con una mujer blanca, dos hombres, también blancos, lo asesinaron brutalmente. Tras deliberar durante una hora, un jurado de varones, todos blancos, los declaró «inocentes». Tiempo después, en un artículo de la revista Life, ambos confesaron el crimen.
Tras el veredicto, la madre de Emmett dijo: «Hace dos meses, tenía un bonito apartamento en Chicago, un buen trabajo, un hijo. Cuando algo les sucedía a los negros en el sur, yo decía: “Es asunto de ellos, no mío”. Ahora sé que estaba equivocada. El asesinato de mi hijo me mostró que lo que le sucede a cualquier persona, en cualquier parte del mundo, nos incumbe a todos».
Otro asunto que nos atañe a todos es lo que Levítico 19:18 nos insta a hacer: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Jesús cita este versículo y lo interpreta: dice que el amor a quienes nos rodean no tiene límites (Mateo 22:39; Lucas 10:25-37). Prójimo no se refiere sólo a los vecinos, sino a cualquiera que tenga necesidades. Debemos ocuparnos de los demás como nos ocupamos de nosotros mismos.
Amar a nuestro prójimo significa identificarnos con la persecución, el sufrimiento y las injusticias que padecen los otros seres humanos. Es asunto de todos los que siguen a Cristo.
La compasión pone en práctica el amor.

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