12 Diciembre 2010
Sembrar con lágrimas
LEA: Efesios 4:17-24
Tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. —Romanos 9:2
Biblia en un año:
Oseas 9–11
Apocalipsis 3
Oseas 9–11
Apocalipsis 3
Estábamos leyendo en voz alta Efesios 4:17-24 en nuestra clase de estudio bíblico, cuando Alicia comenzó a llorar. La mayoría de nosotros nos preguntábamos por qué lloraba, hasta que dijo muy bajito: «Lloro porque, al escuchar este pasaje, veo la condición en que se encuentran los perdidos. ¡Están separados de Dios y ciegos ante esta realidad! Eso me rompe el corazón».
Una persona en la clase admitió más tarde que se sintió avergonzada porque jamás se había sentido así por los incrédulos y que, incluso en el pasado, había hablado con entusiasmo acerca del juicio que un día recibirían de parte de Dios.
El apóstol Pablo expuso la condición de los perdidos, con estas palabras: «[Tienen] el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios […] por la dureza de su corazón» (Efesios 4:18). Manifestó que tenía «gran tristeza y continuo dolor en [su] corazón» porque sus compatriotas todavía no habían llegado a conocer el amor de Cristo (Romanos 9:1-3).
Podemos recordar los sentimientos de Dios hacia los incrédulos, al pensar en la condición en que se encuentran: «El Señor […] es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3:9). Si comunicamos la Palabra de Dios y oramos de todo corazón por los demás, los ojos de muchos se abrirán a Su amor.
Abre tu corazón al Señor y Él abrirá tus ojos a los perdidos.
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