viernes, 3 de diciembre de 2010

3 Diciembre 2010

Encontrando a Jesús

David C. McCasland



LEA: Romanos 8:27-39
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? —Romanos 8:32
Biblia en un año:
Ezequiel 45–46
1 Juan 2
En Wellington, Florida, después de que robaran de una escena del nacimiento una valiosa estatuilla en cerámica del niño Jesús, los oficiales tomaron medidas para impedir que los ladrones volvieran a tener éxito. Un artículo de Associated Press describió cómo colocaron un dispositivo de rastreo GPS (sistema de posicionamiento global) dentro de la estatuilla de reemplazo. La siguiente Navidad, cuando el niño Jesús volvió a desaparecer, la señal guió a los policías hasta la vivienda del ladrón.
Hay momentos cuando las circunstancias difíciles o las pérdidas personales pueden hacernos sentir que nos robaron a Cristo de nuestra Navidad. ¿Cómo podemos encontrar a Jesús cuando la vida parece ir en contra de nosotros?
Al igual que un GPS espiritual, Romanos 8 nos guía hacia el amor y la presencia constantes de Dios en nuestra vida. Leemos que el Espíritu Santo nos ayuda en nuestras debilidades e intercede por nosotros (v.27). Sabemos que Dios está a nuestro favor (v.31). Y tenemos esta gran seguridad: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (v.32). Finalmente, se nos recuerda que nada puede separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús (vv.38-39).
Busquemos a Jesús en el pesebre, en la cruz, resucitado de entre los muertos y en nuestros corazones. Allí es donde podemos encontrarlo en Navidad.
Si sólo nos centramos en la Navidad, podríamos perder de vista a Cristo.

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